Editor’s note: This article first appeared in El Espectador, Colombia on the 9th January 2017.
El país podría construir una bioeconomía si trabajara en reducir las barreras regulatorias. Por ejemplo, en promedio toma 225 días para que el gobierno apruebe una prueba clínica. En Singapur es menos de un mes.
Sin embargo, el Gobierno es consciente de que un crecimiento económico sostenible en el largo plazo no vendrá de la minería e hidrocarburos, sino de servicios de alto valor agregado, manufactura e investigación y desarrollo (I&D). Este es el camino recorrido por casi todos los países de alto ingreso en los últimos 50 años.
La biotecnología ofrece posibilidades particularmente atractivas para Colombia. El sector científico emplea el poder de la biología para desarrollar combustibles limpios, cosechas mejoradas, nuevos medicamentos y procesos industriales más eficientes.
La biotecnología ofrece posibilidades particularmente atractivas para Colombia. El sector científico emplea el poder de la biología para desarrollar combustibles limpios, cosechas mejoradas, nuevos medicamentos y procesos industriales más eficientes.
Pero más allá de estas historias de éxito, Colombia sigue rezagada en biotecnología a nivel regional e internacional. En 2012 gastó apenas 0,2 % de su PIB en I&D, muy por debajo del 1,15 % de Brasil y del promedio regional de 0,76 %. Peor aún, este pobre nivel de inversión ha permanecido estancado desde el 2000.
El registro de patentes también es deficiente. Desde 2012 Colombia ha registrado únicamente cuatro patentes biotecnológicas a través de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual. De acuerdo con la consultora israelí Pugatch Consilium, Colombia podría generar $500 millones al año si permitiera que se llevaran a cabo más pruebas clínicas biológicas. A la fecha el país ha albergado 100 pruebas, la mitad de México.
¿Qué puede hacer Colombia para construir una bioeconomía? Se deben reducir las barreras regulatorias. Por ejemplo, en promedio toma 225 días para que el Gobierno apruebe una prueba clínica. En Singapur es menos de un mes.
Quizá más urgente es que el Gobierno reconsidere su actitud hacia los derechos de propiedad intelectual, un factor crucial que determina la inversión en este sector de alto riesgo e intensivo en capital. La amenaza del Ministerio de Salud de abrogar las patentes de un medicamento para el cáncer fue una movida populista que alarmó a inversionistas nacionales y extranjeros.
Los inversionistas también se quejan de los crecientes costos para obtener una patente biotecnológica. Esta erosión de la propiedad intelectual es una barrera para la innovación, de acuerdo con Innpulsa, la misma agencia de promoción de inversiones del Gobierno.
Más allá de estos autogoles, Colombia cuenta con el potencial para emerger como un campeón biotecnológico en América Latina. Su biodiversidad, creciente población y estabilidad política contribuyen para ello. Pero para lograrlo necesita que el Gobierno garantice políticas que promuevan la inversión, no que la obstaculice.